Los israelitas hablaron en contra de Dios y Moisés en el desierto, y Dios envió serpientes que los mordieron —y muchos murieron. Ellos se arrepintieron, y Moisés oró por ellos. El Señor mandó a Moisés hacer una serpiente de bronce para sanar a aquellos que la miraran (Núm 21:4–9).